Proceso criminalístico llevado a cabo en el atentado contra las Torres Gemelas en 1993

Antecedentes

El 26 de febrero de 1993, a las 12 h. 18 m., en el segundo nivel del parking subterráneo del World Trade Center algo hace explosión. En un principio se cree que es el generador. Resultado: 6 muertos y 1.000 heridos.

1ª Inspección ocular

Efectuada por el Departamento de Explosivos del FBI en New York, confirman que había sido una explosión provocada por un artefacto de fabricación casera y no el generador como se creía en un principio.

2ª Inspección ocular

Efectuada por el Departamento Central de Explosivos del FBI al día siguiente (27-02-93).

Fue realizada por más de 300 policías de nueve especialidades distintas y dirigida por 4 fiscales. La parte más importante duró una semana, luego se prolongó durante un mes. Se examinaron más de 2.500 m3 de escombros que pesaban más de 6.800 Tm. Se enviaron al laboratorio del FBI 1.400 Kg. de escombros.

El cráter tenía 50 m. de diámetro y tenía una profundidad que alcanzaba cinco niveles más para abajo.

Primero se procedió con bombas a expulsar todo el agua acumulada, que fue más de 7 millones de litros, debido a que la explosión reventó dos de las principales canalizaciones del alcantarillado y por supuesto, la mayor parte de las tuberías del edificio en unión del sistema de climatización.

Los daños producidos en automóviles, el hormigón y el acero, permiten evaluar la velocidad de la detonación entre 4.200 y 4.650 m/s.

Esta velocidad sólo se da en:

  • Dinamita (se descarta porque los efectos no coinciden).
  • Geles de agua (se descarta porque los efectos no coinciden).
  • Pastas explosivas [C-4] (se descarta porque los efectos no coinciden).
  • Amonal (explosivo compuesto por gasoil, polvo de aluminio y abono nitrogenado). El agrietamiento y la fragmentación eran típicos de este explosivo. Por la dimensión del cráter se estimó que la carga principal tenía entre 550 y 700 Kg.

Esta tesis fue corroborada por los cuatro químicos que componían el equipo de inspección ocular.

Esto implicaba que la bomba era demasiado voluminosa para que cupiera en un coche. Por otra parte el parking tenía limitada la altura de los vehículos. Por lo tanto, tenía que haber sido introducido en una camioneta.

Al amanecer del día 28, un técnico encuentra un fragmento que pudiera pertenecer al chasis de una furgoneta.

Se lo llevan a laboratorio. La explosión lo había retorcido, el contacto con las aguas residuales había borrado todo resto de explosivo.

Tras los primeros estudios localizan el sitio donde tal vez pudiera estar el número de identificación, y lo tratan con el reactivo adecuado para restaurar números en superficies metálicas. De esta manera, aparece el número de identificación que correspondía a una camioneta que había sido denunciada como robada el día 25 de febrero. Se trataba de una Ford 1990 modelo F-350 Econoline.

Al mismo tiempo los daños observados en esa pieza correspondían a los de un vehículo cuando le explota el artefacto en su interior.

Por lo tanto, se había dado un gran paso: se había identificado el vehículo.

Diligencias posteriores

La furgoneta había sido alquilada a la empresa Ryder y denunciada en New Jersey. Posteriormente y durante la larga inspección ocular, se encontraron restos de cuatro neumáticos, que se pudieron identificar como pertenecientes a esa furgoneta, gracias al registro de mantenimiento de la empresa Ryder.

Los policías “operativos” se trasladan inmediatamente a la empresa. El vehículo había sido alquilado por un tal Mohammed Salameh, de aspecto árabe.

Mientras la policía está allí, Salameh llama por teléfono para gestionar la recuperación de la fianza que había depositado. La cita se fija para el 4 de marzo.

El FBI no quería detenerlo, sino seguirlo, pero numerosos periodistas y fotógrafos también estaban esperando a Salameh (recordemos que estamos en América y allí puede pasar de todo). Por ello deciden detenerle inmediatamente.

Mohammed compartía apartamento y cuentas bancarias con Nidel Ayyad (que trabajaba de químico en la empresa Allied Signal de New Jersey). Se procede a la detención de Ayyad y en su despacho se le incauta un ordenador portátil.

Por medio de los extractos telefónicos (llamaban muchas veces a un mismo número) se puede descubrir un laboratorio clandestino de explosivos en la avenida Pamrappo de Jersey City. Esto se pudo demostrar por los restos existentes de ácidos y productos químicos que había allí.

En la moqueta y en el techo había incrustaciones de nitroglicerina y nitrato de úrea (compuesto básico de los abonos), lo que representaba una prueba evidente de que en el piso se había producido una reacción química para producir explosivos.

Por los mismos extractos telefónicos, se localiza otro almacén que tenían alquilado. Interrogado el propietario del almacén, declara que efectivamente, Salameh le había alquilado ese almacén y que cuatro individuos de aspecto árabe, habían sido vistos con una furgoneta con el anagrama de Ryder (la empresa de alquiler de furgonetas).

El propietario indicó también que el día 25 de febrero (víspera del atentado) la sociedad AGL había entregado tres grandes depósitos de gas hidrógeno a presión y le había dicho a Salameh que se los llevara inmediatamente, como así hizo (el hidrógeno es altamente explosivo).

En este segundo almacén se encontraron 2 litros de nitroglicerina fabricada artesanalmente, 135 Kg. de úrea, 115 Kg. de ácido sulfúrico, ácido nítrico, cianuro de sodio, mechas de modelismo, de unos 15 m., un cubo y una bomba de desagüe. Los análisis demostraron que ese cubo y esa bomba tenían nitrato de úrea, componente básico del amonal.

Mientras, el 3 de marzo el diario “New York Times” recibía una carta reivindicando el atentado en el nombre de Alá.

Esta carta se coteja con la impresora del ordenador incautado a Ayyad en su despacho. No se puede identificar, pero tampoco se puede descartar.

Pero lo más importante del sobre: Se coteja el ADN de la saliva que pegó el sobre y pertenecía a Ayyad (obviamente también se cotejaron con la de Salameh).

Al mismo tiempo los especialistas pasan por el SAID todas las huellas encontradas en el piso y en los dos almacenes, pertenecían a:

1) Ahmad M. Ajaj. Detenido en septiembre de 1992 en el aeropuerto JFK de New York, procedente de Pakistán por irregularidades en su pasaporte.

Se le registró el equipaje y contenían muchos manuales, casetes y videos en los que se describían los procedimientos de fabricación de explosivos, en concreto y entre otros, el amonal, la nitroglicerina, TNT y azoturo de plomo.

2) Ramzi Yousef (a) “Yassin”, había llegado a Estados Unidos en el mismo avión que Ajaj, pero había sido expulsado inmediatamente. Posteriormente este individuo fue identificado por testigos como el que en unión de Salameh introdujo la furgoneta en el parking del edificio.

A Ajaj se le pudo localizar y detener. Yousef ya había huido del país.

De entre los 1.400 Kg. de escombros que se enviaron al laboratorio, se pudo identificar una pequeña muestra de pintura roja, con un poco de gris. Se pensó que pudiera pertenecer a las botellas de hidrógeno que vio el propietario del segundo almacén.

Se pidieron muestras a la empresa AGL y se comprobó que ambas pinturas eran idénticas. Por lo tanto al amonal le habían añadido tres bombonas de hidrógeno.

Un cuarto individuo, un tal Abouhalima también fue identificado mediante fotografía en las investigaciones llevadas a cabo entre la vecindad de los pisos y almacenes localizados y se pudo probar que había participado plenamente en la asociación creada para cometer del atentado, pero no se le pudo detener, pues como Yousef, huyó del país.

El juicio duró desde octubre de 1993 a marzo de 1994. Salameh, Ayyad y Ajaj, fueron condenados como autores del delito a cadena perpetua en unión del jeque Omar Abdel Rahman, como inductor del delito.

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